miércoles 10 de enero

10 Ene

Estoy tan rabiosa ahora mismo que a duras penas contengo las lágrimas. También me da pena mi padre. Mucho. Necesitaba desahogarme con Sofía pero no coge el móvil.

Y luego dicen que no me cabree, que lo que hay fuera es un reflejo de mi interior. Pues yo no dejo a mi padre (al menos conscientemente) sin acompañarle a una cita médica muy importante, en la que tienen que dar los resultados de una prueba urgente, sabiendo que no se entera, y habiéndome comprometido. Y encima la imbécil de mí pasando indicaciones de las últimas consultas, por si le servían al acompañante.

También se quedó solo el día de Navidad. Nadie fue a buscarlo para llevárselo. Parece que no le importa a nadie. Como un perro. Me da mucha pena, aunque reconozca que a mí me maltrata.

 

 

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